Comandante Pablo Beltrán
Este ELN es un modelo específico de insurgencia en que confraternizan revolucionarios marxistas (ateos) y cristianos revolucionarios (creyentes), en un diálogo entre el humanismo cristiano y el humanismo marxista promovido por las enseñanzas del Papa Juan XXIII en los años 60 del siglo anterior.
Tales enseñanzas fueron llevadas al interior del ELN por uno de los Padres Fundadores, el sacerdote y sociólogo Camilo Torres Restrepo; ejemplo que fue seguido de inmediato por centenares de sacerdotes y monjas católicas, pastoras y pastores de varias iglesias protestantes, tanto en Colombia como en todo el mundo. En el país estos líderes religiosos crearon una coordinación que tomó el nombre de Golconda, en la que participaron varias monjas desde su fundación, al lado del obispo de Buenaventura, monseñor Gerardo Valencia Cano. Golconda proclamó que una solución de fondo a los problemas de Colombia era tomar la vía hacia el socialismo, en aplicación de otra enseñanza de Juan XXIII, quien expresó que “la iglesia es de todos, pero preferencialmente de los pobres”. Doctrina que se convirtió en lema de la Conferencia Episcopal de América Latina (Celam) de 1968, que declaró su Opción preferencial por los pobres, y a su vez se convirtió en el núcleo de la llamada Teología de la liberación.
Al ELN desde sus inicios llegaron sacerdotes y monjas, tras la huella de Camilo; es más conocido, por ejemplo, el caso de los sacerdotes obreros españoles que ingresaron al ELN en 1969, pero la integración de monjas colombianas y europeas al ELN en las décadas del 60 y 70, ha sido poco conocido; la mayoría de ellas, perteneciendo ya al ELN y sin dejar sus hábitos, desarrollaron una gran labor de trabajo social en comunidades excluidas y reprimidas por el Estado; mientras una minoría se incorporó a los Frentes guerrilleros rurales, en donde participaron de igual a igual con el resto de combatientes.
Al correr la misma suerte de las comunidades en donde se insertaron, todas estas religiosas sufrieron persecución y varias de ellas fueron asesinadas por el paramilitarismo, otras debieron salir del país porque fueron deportadas o decidieron salir para poder seguir viviendo. Su testimonio sigue siendo un referente para las comunidades donde lucharon y para las nuevas generaciones de elenas y elenos, entre ellas las cristianas y cristianos revolucionarios que hoy hacen parte del ELN.