La historia nos da cuenta de la permanencia e importancia de la lucha de las mujeres, una historia que se construye día a día, que aun cuando más se ha tratado de invisibilizar, más trascendente se ha convertido y más peso cobra hoy en nuestras apuestas de futuro con bienestar y vida digna.
En la historia de Colombia, de Nuestra América y del mundo encontramos luchas ejemplares de mujeres, que han plantado cara a la dominación capitalista desde la cotidianidad de sus territorios, dejando huellas profundas que se constituyeron en guía y camino, hacia la construcción de una sociedad distinta.
El mes de marzo se toma como momento de conmemoración de estas luchas heroicas que las mujeres han batallado; también puede ser momento, no el único, para analizar y proyectar el contenido y valor que damos no solo a la historia, sino también a las realidades y desafíos que en materia de lucha antipatriarcal estamos configurando. Un pilar que se construye y fortalece en nuestros escenarios, para darle sentido y derrotar la relación entre capitalismo y patriarcado. Ineludible para cualquier proyecto político que busque una transformación profunda de la sociedad que hoy vivimos.
Las mujeres han tenido la necesidad de formular soluciones e impulsar sus luchas con vehemencia, dada la violencia y subyugación que se les ha pretendido imponer, estas rupturas pasaron de ser vistas como episodios domésticos, a entenderse como expresiones de esclavitud del modelo económico; desde la dignidad de su lucha las mujeres han logrado construir nuevas lógicas, para dinamizar el mundo, como parte fundamental en la construcción de nuevas realidades y de futuro.
En el mundo hoy aún cuesta reconocer la valía y necesidad de estas luchas, el camino aún es bastante largo, pero lo hasta aquí avanzado da cuenta de la ruta a seguir; nuestros procesos deben empezar a trabajar con más ahínco el despojo de los rezagos y rastros de patriarcado, que aún cargamos en nuestro interior. El reconocimiento no es la mera conmemoración y el asumir estas luchas debe aterrizarse a la profundización del estudio y la consciencia profunda de que capitalismo y patriarcado van de la mano, por ello hay que destruirlos ambos; esto es el desarrollo de nuevas masculinidades y nuevas maneras de relacionarnos entre mujeres y hombres.
El desarrollo de un feminismo popular insurgente debe empezar a ponerse como otra punta de lanza, otro frente de batalla en la guerra contra el modelo de despojo que nos mercantiliza, bestializa y subyuga a todas y todos; muchas mujeres a lo largo de la historia y los territorios ya han iniciado, arrancando reivindicaciones y configurando nuevos escenarios; esta confrontación y lucha de las mujeres, seguramente será más fuerte si la afrontamos mancomunadamente, tomar el ejemplo de mujeres enormes que llevaron su compromiso hasta las últimas consecuencias, que hoy son ejemplo y enseñanza insurgente. La historia en la que han intentado borrar a las guerreras de la vida, deberá cobrar más fuerza y volverse en un gran proyecto emancipatorio de vida colectiva.