COLOMBIA, LA DESPENSA NATURAL DEL EXTRACTIVISMO MUNDIAL

El extractivismo es definido por algunos académicos «Como la apropiación de grandes volúmenes de recursos naturales, destinados a la exportación a los mercados globales». Otros agregan que «el extractivismo no se refiere solamente a la explotación de minerales o hidrocarburos, sino que incluye a diversas actividades económicas que se realizan en el país, con sus correspondientes derivaciones militares, sociales, políticas, ideológicas y culturales, que posibilitan el flujo de materia, energía, biodiversidad y fuerza de trabajo desde un territorio determinado, hacia los centros dominantes en el capitalismo mundial».

 

En el caso colombiano, el extractivismo está representado por un modelo económico que involucra enclaves legales e ilegales de la economía local; como la minería, el ecoturismo, los monocultivos, las zonas francas, los puertos secos, la especulación inmobiliaria, y también las economías ilegales, como el tráfico de migrantes, la trata de personas, el contrabando, el tráfico de especies, el turismo sexual, el tráfico de estupefacientes y blanqueo de capitales.

 

El modelo clásico de extractivismo colonial ha mutado, logrando permear otras esferas económicas donde la tragedia ambiental está ligada en forma directa a nuevos tipos de saqueo de recursos naturales y depredación de la biodiversidad, en un vínculo criminal con nefastas consecuencias a nivel mundial.

 

En la guerra por control geopolítico del mundo que enfrenta a EE.UU, China y Rusia, en la disputa por las fuentes de recursos naturales en el océano pacífico, el comando sur despliega su fuerza militar mediante la imposición o el chantaje de bases militares en la región, Colombia ya tiene seis.

 

Aunque el capitalismo no abandona las formas tradicionales de acumulación y reproducción del gran capital, la depredación sobre los seres humanos y la naturaleza. En reiteradas declaraciones, la Generala Laura Richardson, Comandante del Comando Sur, ha manifestado los intereses gringos en Latinoamérica: “Esta región, afirma, es rica en recursos…» Y nuestros competidores y adversarios también lo saben… El 60% del litio del mundo está en esta región. Tienes crudo pesado, crudo ligero, elementos de tierras raras… el Amazonas… el 31 % del agua dulce del mundo… Y hay adversarios que se aprovechan de esta región, todos los días, justo en nuestra vecindad. Y yo sólo veo lo que ocurre en esta región en términos de la seguridad de la patria, en los Estados Unidos».

 

Los recursos naturales de los que habla la comandante Richardson hacen parte de la «seguridad» estratégica de los EE. UU., y de la «transición energética» propuesta para el 2050, donde Colombia y sus recursos naturales juegan un papel estratégico. Es por esto que departamentos como el Chocó, Cauca, Nariño y Valle del Cauca en el corredor pacífico estén sometidos a una violenta presencia estatal y paraestatal como parte del plan integral del comando sur.

 

En este escenario mundial de consumismo y guerras, se incrementa la competencia por los recursos indispensables, entre ellos, los denominados «minerales verdes», necesarios para la «transición energética». Hoy, la sustitución de combustibles fósiles requiere enormes cantidades de cobalto, litio, cobre y es la razón del incremento de conflictos para tener dominio sobre las fuentes de energía renovable marinas (oceánicas, eólica y geotérmica) y no renovables de explotación de hidrocarburos en los fondos oceánicos.

 

Bajo la lógica de los intereses imperialistas, gobiernos progresistas como el colombiano solo tienen una opción: aplicar las directrices emanadas desde Washington, así la retórica presidencial siga pregonando la necesidad de construir un «plan estratégico para conservar la Amazonía, la reducción de la deforestación y la lucha decidida por frenar la crisis climática», mientras estigmatiza y señala a los líderes ambientales que se oponen a la instalación de una base militar gringa en la Isla Gorgona.

El extractivismo tiene consecuencias nefastas en el ámbito social y ambiental, destruye y desestructura las comunidades en los territorios, genera una mentalidad rentística y obliga a sus habitantes a subordinarse a los intereses de la clase dominante que a la vez se articula al mercado internacional, apropiándose de las sobras que les dejan.

 

Este modelo económico aumenta la pobreza, la dependencia, la destrucción de los recursos naturales, el agua y la biodiversidad. En el imaginario colectivo se implanta la idea que el modelo exportador es única opción viable y quienes se oponen, trabajadores, campesinos, indígenas y afrodescendientes, son considerados como enemigos del progreso y el desarrollo.

 

En resumen, las multinacionales vienen al país, desplazan a las comunidades que habitan territorios ancestrales, destruyen los ecosistemas, contaminan las aguas, luego se van dejando a su paso miseria y destrucción. Es necesaria la resistencia colectiva que trascienda el actual modelo dominante. Defender los territorios y proteger nuestra biodiversidad es el camino que debemos recorrer.

Ejército de Liberación Nacional

¡Colombia… Para los Trabajadores!

¡Ni un Paso Atrás… Liberación o Muerte!

Montañas del Occidente Colombiano

Frente de Guerra Occidental Ogli Padilla.

¡Comandante Fabián!

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