EDITORIAL

LOS BONOS DE CARBONO: OTRA FALSA PROMESA DEL NEOCOLONIALISMO VERDE

El sistema energético mundial mantiene su dependencia del uso de combustibles fósiles; el carbón, petróleo y gas ocupan el 82% del consumo de energía primaria. Pese a esto, un tercio de la población mundial carece actualmente de acceso a energía.

En Colombia, uno de los departamentos con mayores índices de necesidades básicas insatisfechas es el Chocó, que ayuda a engrosar las cifras de los más de 400.000 hogares sin energía en el país. 

A pesar de ser uno de los departamentos con mayores riquezas minerales, la pobreza multidimensional contrasta con sus hermosos paisajes, que a un ritmo desenfrenado son destruidos por las grandes empresas mineras.

La crisis climática sigue causando estragos en el mundo y es necesaria la transición energética para evitar la destrucción del planeta. Para lograr esto, es necesario cambiar el actual modelo económico extractivista y de libre mercado.

Sin embargo, quieren vendernos la idea de que este modelo económico y sus empresas que por años han generado la devastación ambiental y social son las indicadas para construir un sistema energético alternativo con bajas emisiones de carbono.

Por su parte, el actual gobierno ha incumplido sus promesas de campaña de construir un pacto para la protección del ambiente, de proteger la vida de los líderes y lideresas sociales y de avanzar hacia la transición de energías limpias.

Además, se ha acrecentado la política extractivista de recursos públicos, esta vez maquillada y adornada sobre la base de un discurso ambientalista, que imposta la idea de convertir a Colombia en «potencia mundial de la vida».

El proyecto REDD+ CUENCA ALTO BAUDO

REDD, que significa Reducción de Emisiones derivadas de la Deforestación y la Degradación de los bosques, es un mecanismo internacional creado en la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático.

Mediante la compra de bonos de carbono se crea un sistema de incentivos para la reducción de la contaminación causada por la emisión de gases tóxicos. Con el cual gobiernos y empresas contaminantes pagan a otras empresas para que se encarguen de sembrar cierta cantidad de árboles a manera de compensación.

La empresa Blu Hartmann apoya la comercialización de más de 2’400.000 créditos de carbono, generados a través del proyecto REDD+ Cuenca Alto Baudó. El proyecto abarca más de 190.000 hectáreas de bosque en la Serranía del Baudó, e incluye a más de 110 comunidades, cinco resguardos indígenas de población emberá y tres consejos comunitarios de población afrocolombiana.

El funcionamiento actual de los créditos de carbono parte de la idea de hacer negocios multimillonarios para «salvar los bosques», pero limita el papel que tienen los pueblos indígenas en el cuidado de la tierra, desconociendo su conocimiento ancestral en la formulación y creación de políticas ambientales.

Además de ser mecanismos que profundizan el modelo económico que produjo el cambio climático, ahora se presentan como los «salvadores del planeta», pero desconocen y afectan los derechos de los pueblos indígenas, cuyos sistemas de conocimiento han demostrado ser efectivos para la protección de la tierra.

Ya en Colombia se han presentado dos graves antecedentes que afectan a las comunidades indígenas; uno de ellos contra el pueblo Nukak Makú y el segundo contra el pueblo Pirá Paraná en el Amazonas. No todo lo que brilla es oro y menos aún si viene de manos de empresas depredadoras al servicio del capital mundial.

Montañas del Occidente Colombiano

Frente de Guerra Occidental. Ogli Padilla.

¡Comandante Fabián, venceremos!

Noviembre 25 de 2024

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