LA CARA OCULTA DE LA COP16 EN COLOMBIA
Desde el pasado domingo se realiza en el país un encuentro más del Convenio sobre la Diversidad Biológica (CDB) desde su creación en 1992 y que reúne cada dos años a los estados miembros de las Naciones Unidas, en el marco de la Conferencia de las Partes (COP).
Estos países han acordado una agenda global con el propósito de detener y revertir la pérdida de biodiversidad y el cumplimiento de 23 objetivos macro para el año 2030. Cabe resaltar que Estados Unidos NO ha querido adherirse a este convenio siendo uno de los países más contaminantes y depredadores en el planeta.
La realidad indica que la crisis ambiental y el problema del cambio climático en el mundo cada día es más grave y las potencias industrializadas que operan bajo el sistema económico capitalista, poco les importa la destrucción del planeta y continúan con su modelo extractivista de recursos naturales en países tercermundistas, como es el caso de Colombia, una de las tantas colonias gringas en la región.
Aunque las expectativas con este evento en algunos sectores parecen ser altas, solo el 17% de los países van a participan tienen planes de acción para revertir la crisis de biodiversidad, la destrucción de los ecosistemas y de cambio climático, que según estudios documentados para el año 2050 podría convertirse en la principal causa de la extinción de especies.
Por su parte la Unión Europea ralentiza la aplicación de leyes que impidan el ingreso de materias primas causantes de la deforestación y en el caso colombiano las partidas destinadas a temas ambientales no llegan al 1% del presupuesto general de la nación, a pesar de tener el título de ser el segundo país más biodiverso del mundo.
En todo el mundo, más de la mitad de los dineros obtenidos y que hacen parte del producto interno bruto (PIB), alrededor del 55%, se calcula una cifra cercana a los 58 billones de dólares, se obtienen de la explotación de recursos naturales y de servicios derivados de estos.
Es por esto que la riqueza natural y mineral en nuestro territorio ha incentivado el saqueo, la pérdida de soberanía, la destrucción de territorios ancestrales, el ecocidio, el genocidio de pueblos étnicos, comunidades negras, raizales, palenqueras y el asesinato de más de un centenar de líderes y lideresas ambientales.
Colombia está supeditada al imperialismo y las multinacionales que trafican con nuestra fauna y flora, el agua, los recursos naturales, mineros, y todo esto lo consiguen con la militarización de los territorios, con la excusa proteger las inversiones extranjeras.
La militarización, que no solo incluye el componente estatal sino también paraestatal garantiza la aplicación del modelo extractivista, y es financiado por empresas transnacionales como es el caso de Chiquita Brands en Urabá, Drummond Company en la costa caribe, o de empresas nacionales como Urapalma en el Chocó y en la costa pacífica, todas estas investigadas por nexos con el paramilitarismo y vinculadas a crímenes de lesa humanidad.
Son muchos los expedientes abiertos en el país vinculados al desplazamiento de comunidades, desapariciones y el exterminio de líderes sociales, que hacen parte de la historia oculta de la nación y que pasaran de manera oculta en el desarrollo de la COP16 “Paz con la Naturaleza”, acompañado del pérfido slogan presidencial de Colombia “Potencia Mundial de la Vida”.
Ejército de Liberación Nacional
¡Colombia… Para los Trabajadores!
¡Ni un Paso Atrás… Liberación o Muerte!
Montañas del Occidente Colombiano
Frente de Guerra Occidental Ogli Padilla.
¡Comandante Fabián!