Los derechos de los trabajadores siguen siendo conculcados y violados por las clases y élites en el poder, por esto, este Primero de mayo no será distinto, se marchará por el derecho al trabajo y una pensión digna, por la salud, la vida y la paz.

Los trabajadores y trabajadoras del país son conscientes que sus derechos nunca se los regalarán, que solamente los logra a través de las luchas y las movilizaciones, en donde el escenario natural ha sido y será la calle; incluso, en el actual momento político, en donde existe un Gobierno diferente a los anteriores, sigue teniendo vigencia la movilización popular, puesto que el Estado y el viejo régimen están empeñados a que el país no cambie, y solo la presión popular garantizará las reivindicaciones sociales y transformaciones que exige Colombia.

A los trabajadores del país los siguen explotando y violando sus derechos fundamentales, tales como trabajo digno, estabilidad laboral, garantías para sindicalizarse y organizarse; en pleno siglo XXI, en fábricas y empresas mantienen diferentes tipos de violaciones a derechos elementales de los trabajadores, como limitarles que realicen sus necesidades fisiológicas, los acosan laboralmente y los atemorizan con la amenaza constante de despido.

La calle es el principal empleador del país, tres cuartos de los trabajadores son informales y sobreviven en el rebusque; el resto, son sometidos a salarios de hambre enfrentando la disyuntiva de pagar los servicios públicos o llevar el alimento a sus hogares. El régimen laboral vigente en Colombia no solo viola los derechos a los trabajadores, sino que esa violación se la traslada a su familia, pues le roban el tiempo para compartir con ella; la tragedia persiste, multiplicada en viejas y nuevas formas de explotación y humillación a la clase trabajadora.

El altísimo porcentaje de trabajo informal, llamado la economía del rebusque, es en realidad una economía popular y de resistencia, que ha sido criminalizada, por esto, vendedores ambulantes, mototaxistas y demás trabajadores del subempleo son perseguidos como delincuentes.

El trabajo de la mujer es el menos remunerado, mostrando así la esencia patriarcal del capitalismo y el alma machista del viejo régimen; es mayoritario el drama de millones de mujeres que deben abandonar a sus hijos e hijas para ir al trabajo y así poder llevarles algo de comida; madres cabeza de familia son sometidas a largas horas de trabajo sin prestaciones sociales ni garantías laborales, delitos que aumentan la feminización de la pobreza.

La violencia del régimen y sus paramilitares es otra amenaza permanente a la clase trabajadora, sobre todo los de las empresas transnacionales y de los grandes emporios industriales; simultáneamente prosigue la persecución y exterminio de la dirigencia que se alza en lucha por sus derechos; crecen las amenazas y asesinatos a lideresas y líderes obreros y de los trabajadores informales.

Este Primero de mayo debe ser una fecha decisiva para que la clase trabajadora se proponga fortalecer su capacidad organizativa y combativa en procura de sus reivindicaciones, por la soberanía nacional y un modelo económico que supere el desempleo, la desigualdad social y la destrucción de la naturaleza.

Hoy, la clase trabajadora está más politizada y entiende que no basta con luchar por sus reivindicaciones, hoy sus luchas son más políticas: por la vida, la verdadera democracia, la paz y la justicia social.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *