Comando Central (COCE)

Ahora, que el coronel Aguilar confiesa ante la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP), reaparece el contubernio entre EEUU, el Estado colombiano y las mafias, que les permitió ‘sacar del medio’ al capo, en una operación que juntó a los carteles pequeños para convertirlos en grandes, experticia de la potencia del norte, consistente en reproducir los carteles de la cocaína, para así poder justificar su Guerra contra las drogas (WOD, por sus siglas en inglés). De esta alianza salieron crecidos el clan de los Castaño Gil, para fundar las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), matarifes del narcoparamilitarismo con que sofocaron ‘a sangre y fuego’ las regiones y agrupaciones de izquierda, en cumplimiento de la parte secreta del denominado Plan Colombia, desarrollado para exterminar a la insurgencia revolucionaria.

Antes, Pablo Escobar fue doblemente aliado de EEUU, cuando proveyó la cocaína con que la CIA financió a la contra nicaragüense entre 1985-1986, en lo que se conoce como el Escándalo Iran-Contra o Irangate, y además en estos mismos años sus escuadrones mafiosos se convirtieron en uno de los brazos que ejecutaron el Genocidio del partido de izquierda Unión Patriótica, por encargo de EEUU y las clases dominantes colombianas. El capo cayó en desgracia por sus ambiciones de poder, lo que los llevó a crear la alianza de los denominados Pepes, entre EEUU, el Estado presidido por la presidencia de Cesar Gaviria (1990-1994) y los carteles rivales de Escobar, destinada a eliminar al ‘capo de todos los capos’. Así deshicieron una vieja alianza y crearon una nueva, que usaron para el siguiente Genocidio político (1994-2008), acabada en mayo de 2008 cuando extraditaron hacia EEUU, a los 12 capos que habían fortalecido con la ejecución de Escobar.

Desde entonces, el narcorrégimen continúa dominando al país, camuflado en partidos en los que se ha enquistado, con los que manipula los poderes estatales y amplias instituciones de la sociedad, en las que impera la ley del ‘todo vale’, así persiguen y eliminan a quienes se oponen al salvaje capitalismo depredador de la Madre Tierra y explotador de la gente. Derribar este narcorrégimen demanda la presión de las mayorías, porque ‘solo el pueblo, salva al pueblo’.

 

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